Obsolescencia Programada, ¿las cosas
hechas para romperse?
Y es en el
preciso momento en que llegamos "solos" al razonamiento: 'Si sale tan
caro arreglarlo, ¡Mejor me compro uno nuevo!' cuando nos constituimos en una
víctima más de la obsolescencia programada (OP), el motor secreto de nuestra
sociedad de consumo.
Se denomina OP u obsolescencia
planificada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida
útil de un producto o servicio de modo que, tras un período de tiempo calculado
de antemano por el fabricante o por la empresa de servicios durante la fase de
diseño de dicho producto o servicio, éste se torne obsoleto, no funcional,
inútil o inservible.
Esto es, los productos están diseñados y fabricados para no durar.
La OP surgió al mismo tiempo que la
producción en masa y la sociedad de consumo, en la época de la revolución
industrial, donde las máquinas producían más y más, a un ritmo que superaba la
necesidad de los consumidores, entonces se necesitaba aumentar esa necesidad y
que mejor idea que hacer que las cosas duren cada vez menos, para que la gente
tenga que comprar más.
¿Qué idea más genial que hacer que
la solución de la sobreproducción sea el sobreconsumismo?
El primer ejemplo que tenemos de OP a
nivel histórico es el de la bombilla eléctrica incandescente, que podría haber
durado más pero los empresarios del rubro limitaron su vida a unas 1000 hs.
Después de esto, y en forma progresiva,
los grupos económicos dominantes, con estrategias similares a la utilizada con
la bombilla eléctrica, fueron imponiendo el modelo de OP sobre todos los
productos/servicios existentes. Así llegamos al día de hoy, donde todo está
hecho para ser usado un breve lapso de tiempo y luego convertirse en basura,
donde la OP se enseña en las escuelas de diseño e ingeniería camuflada bajo el
concepto de "ciclo de vida del producto".
Ya quedaron atrás los días donde los hombres compraban un traje, por ejemplo, y este le duraba desde que se casaban hasta su propio funeral. Estamos en la era de lo desechable, los envases, envoltorios, platos, vasos, la ropa y demás se conciben como productos de "Usar y Tirar".
Ya quedaron atrás los días donde los hombres compraban un traje, por ejemplo, y este le duraba desde que se casaban hasta su propio funeral. Estamos en la era de lo desechable, los envases, envoltorios, platos, vasos, la ropa y demás se conciben como productos de "Usar y Tirar".
Toda está obsolescencia, valga la
redundancia, está sumamente planificada, las empresas diseñan algunos de los
componentes de sus productos específicamente para que se rompan y a la vez
ponen precios sumamente elevados a los repuestos que corresponden, de manera
que comprar una impresora nueva, por ejemplo, sale 500 euros y hacerla
arreglar, con el riesgo que implica que se vuelva a romper pronto, sale 400 euros. Todo esto se hace con la sutíl esperanza de meter en nuestras mentes la
idea de: 'Si sale tan caro arreglarlo, ¡Mejor me compro uno nuevo!'.
Por distintos medios (Medios de
comunicación, cambios culturales, sensación de modernidad, etc.) se intenta que
por alguna razón el cliente mismo se sienta insatisfecho con su producto y vaya
en pos de uno nuevo, más innovador, más a la moda.
Es el consumidor el que
decide:"Este producto no me sirve más."
Este es el modelo que se aplica a teléfonos
por ejemplo, donde se seduce al "inocente", por no decir tonto,
consumidor con nuevas luces de colores "obligándolo" a abandonar cada
unos pocos meses su actual teléfono, aún funcional, en pos del último teléfono de
moda (iPhone), entrando de esta manera en un ciclo que lo hace variar
intermitentemente de "consumidor satisfecho" a "consumidor
insatisfecho" y viceversa.
Ahora cada vez más dependemos de objetos para afirmar nuestra identidad, para afianzar quienes somos y nuestra autoestima, y esto no es una causa, es una consecuencia, porque el problema es que perdimos aquello que antes solía darnos identidad e intentamos reemplazarlo con un consumismo compulsivo que todos nos damos cuenta que no llena el vacío original. Ahora desvalorizamos las relaciones personales, familiares, los vínculos emocionales entre las personas y con la naturaleza y damos valor a cosas materias inservibles y descartables.
Ahora para traer un poco de esperanza al
post me pregunto: ¿Es viable una economía sin OP y sin su impacto sobre el
medio ambiente? Lamentablemente me doy cuenta que todo está peor de lo que yo
pensaba...
Si no cambiamos temo que la
posteridad no nos perdonará, nos odiarán por el estilo de vida destructivo y
despilfarrador que llevamos, por los excesos que vivimos por los cuales
destruímos su mundo...
Aquí os dejo un video que refleja perfectamente esta ideología de sociedad de consumo:
Por:
Daniel Tercero Fernández - 1ºB
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